Erika Tatiana Camacho nació en Guadalajara, México. Creció en el este de Los Ángeles en un hogar muy pobre, siendo la más joven de cuatro hijos. Su familia emigró a los Estados Unidos cuando apenas tenía 8 años. Recuerda haber ido a la escuela secundaria con agujeros en los zapatos y como no le era fácil, en especial cuando tenía que comunicarse en Inglés.

Para Camacho el ayudar a su familia sobrepasaba mayor importancia que cualquier ambición personal. Veía a sus hermanos mayores comenzar y detener sus educaciones, y ella sentía que era solo cuestión de tiempo que siguiera el mismo destino. Es así que aspiraba a convertirse en cajera; “de esta forma no tendría que limpiar casas y trabajar tan fuerte como sus padres lo hicieron.”

Con el pasar del tiempo, las cosas cambiaron. En la escuela secundaria, fue asesorada por su maestro de álgebra Jaime Escalante a quien se le conocía por motivar a sus estudiantes, mayormente Latinos, a alcanzar sus mas altos niveles académicos. Al él preguntarle a Erika lo que quería ser, ésta no quería responder ya que no lo veía como una posibilidad en su vida. Sin embargo, él le respondió;

Este la animó a postularse para Wellesley Collegue, donde eventualmente se graduaría cum laude, obteniendo su licenciatura en Economía y Matemáticas. En ocasiones, tuvo que sobrepasar obstáculos no solo económicos pero de desolación también. Sin embargo, perseveraba ya que veía la educación como su pase fuera de la pobreza, a la vez de un camino de oportunidades creadas para todos aquellos que había dejado atrás en Los Angeles.

Camacho había sido inspirada por su experiencia para explorar conexiones interdisciplinarias entre los conceptos matemáticos y las aplicaciones en el mundo real.

“Es importante el no olvidar de dónde venimos; nadie llega hasta dónde están por ellos mismos. Aunque seas la persona más brillante en el planeta, alguien creó las oportunidades para que las puertas fueran abiertas para ti.”

Después de graduarse fue a obtener un doctorado en matemáticas aplicadas de la Universidad de Cornell en 2003 por su investigación sobre modelos matemáticos de la dinámica de la retina.

En 2007, se mudó a la Universidad Estatal de Arizona, donde es profesora asociada de matemáticas aplicadas. Aqui, tiene la oportunidad de brindarle a sus estudiantes lo que se le fue regalado a ella: “echarle ganas a los estudios.”

Recibió el premio Presidential Award for Excellence in Science, Mathematics and Engineering Mentoring (PAESMEM) en 2014. En 2020 recibió el Premio Louise Hay de Educación Matemática de la Asociación de Mujeres en Matemáticas. Ganó el premio de la Asociación Estadounidense de Hispanos en Educación Superior (AAHHE, por sus siglas en inglés) de 2018, el premio a la Facultad de Latinos Destacados en Investigación / Enseñanza de Educación Superior (instituciones de investigación), el premio de educación HENAAC de 2017, el premio de mentor de institución de pregrado distinguido de SACNAS de 2012 y el premio de mentor de instituciones de pregrado distinguido de 2011. Premio Nacional de Liderazgo para Latinas de la Corporación de Mujeres.

La Dra. Camacho es una firme defensora de la inclusión en STEM. Su investigación actual se encuentra en la interfaz de las matemáticas, la biología, la fisiología y la sociología e implica modelar matemáticamente enfermedades oculares degenerativas, redes de genes dentro de la levadura, redes sociales, efectos del alcohol en la activación de una neurona y resistencia a los hongos en presión selectiva. Con el tiempo, ella espera cambiar el panorama del mundo de las matemáticas aumentando los esfuerzos hacia la diversidad.

Para Erika Tatiana Camacho, echarle ganas significa:

“Dedicar el intelecto y energía que uno tiene para perseguir una meta colectiva para la familia, la comunidad y nuestro propio ser.”