Sor Isolina Ferré
PUERTO RICO
La vida de esta extraordinaria latina es una historia de valentía, dedicación y amor inquebrantable por los desfavorecidos. En el corazón de esta biografía se encuentra una mujer que transformó el sufrimiento en esperanza, desafió las adversidades con determinación y se convirtió en un faro de luz en la lucha por la justicia social en Puerto Rico y más allá. Acompáñanos a descubrir el inspirador viaje de Sor Isolina Ferré, una religiosa y líder comunitaria cuyo legado perdura como un testimonio eterno de compasión y cambio.
Isolina Ferré Aguayo nació en Ponce, Puerto Rico el 5 de septiembre de 1914. Perteneció a una familia cristiana y a la vez, de grandes recursos económicos. Entre estos familiares estaba su hermano Luis A. Ferré, quien fue fundador del Museo de Arte de Ponce; del Partido Nuevo Progresista y más adelante gobernador de Puerto Rico (PR). Asimismo era tía de la escritora Rosario Ferré y del empresario Antonio Luis Ferré, fundador del periódico El Nuevo Día en PR.
Aunque Isolina era parte de una familia acomodada tanto económica como socialmente; ella eligió un camino un tanto diferente. En su interior nacía un sueño de servicio al prójimo. Así, su interés la llevó a abandonar la universidad y a sus 21 años se trasladó a Estados Unidos donde ingresó a las Siervas Misioneras de la Santísima Trinidad, una congregación de monjas.
Sor Isolina sobresalió por su labor humanitaria. Trabajó en comunidades pobres en Estados Unidos. Para finales de la década de 1950, se estableció en la ciudad de Nueva York. Aquí, completó un bachillerato en Artes del St. Joseph’s College for Women (1957) y una maestría en Artes con especialización en Sociología de la Universidad de Fordham (1961). También formó parte de la facultad del Colegio Blessed Trinity en Filadelfia (1959-1962). Al terminar regresó a Nueva York. Aquí dirigió el Dr. White Community Center en Brooklyn, cuyo propósito consistía en ofrecerle educación y varios servicios a la comunidad. Sor Isolina se enfocó mayormente en la intervención entre gangas rivales, particularmente entre negros y puertorriqueños.
Ella tenía un punto de vista humano. Esto le permitió trabajar de la mano con las comunidades dominadas por el crimen, la adicción y la pobreza. Su estrategia consistía en devolverles el respeto propio y la dignidad a sus habitantes siguiendo la creencia de que si todos somos hijos de Dios, somos también hermanos y, por lo tanto, iguales. Sor Isolina trataba a todos como iguales; ricos y pobres, sabios e ignorantes, negros y blancos.
La mayor dignidad del ser humano es llegar a la plenitud espiritual, intelectual, moral y física.
Al regresar a Puerto Rico en 1968, tras años de trabajo constante en Estados Unidos, comenzó una nueva vida en la tierra que la vio nacer.
Fue asignada a la Playa de Ponce, un sector de su pueblo natal en el que sus habitantes eran mayoritariamente pobres y donde la criminalidad había subido a niveles preocupantes. Aquí comenzó un proyecto de regeneración comunitaria tomando en consideración los intereses y necesidades de la comunidad. Es decir que para mejorar la situación social y económica de la comunidad, se le debe dar a los residentes las herramientas necesarias para que ellos mismos alcancen su propio mejoramiento.
Sor Isolina, con la ayuda de religiosas de su congregación, de misioneros de otras iglesias y de donaciones particulares, creó programas de consejería y educación en Ponce y Cabo Rojo, una escuela de costura industrial, cuido de niños, así como actividades relacionadas a los deportes y talleres de fotografía, entre otros. Creó una publicación oficial de la comunidad que se denominó “El Playero”.
Con el paso de los años, quiso llevar este concepto de acción comunitaria a otras comunidades en la isla. Fue así que surgieron los Centros Sor Isolina Ferré. Existen cinco en Ponce y en otros pueblos de Puerto Rico como Guayama y San Juan. La misión con estos centros consistía en revitalizar las comunidades de escasos recursos donde están ubicados, mediante la educación y el apoyo social, económico y espiritual.
En Ponce también fundó el Trinity College of Puerto Rico, una institución educativa que prepara a jóvenes de escasos recursos en carreras cortas; el centro cultural Artesanías Tabaiba, ubicado también en el sector Tabaiba en la Playa de Ponce, en el que se reúnen artistas para crear obras sobre la Isla, las cuales se venden para recaudar fondos.
Por su labor humanitaria, Sor Isolina Ferré ha recibido diversos honores y premios. Más de diez instituciones educativas le han otorgado doctorados honoris causa, entre las cuales están la Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico, la Universidad Interamericana de Puerto Rico de San Germán, el Saint Francis College, Brooklyn, N.Y., la Universidad del Sagrado Corazón de Santurce, Yale University de Connecticut, St. Joseph’s College, Brooklyn y Loyola University en Nueva Orleans.
En la década de los 80, ganó el Lifetime Achievement Award del Puerto Rican National Coalition, la Cruz de Alonso Manso de la Pontificia Universidad Católica de PR, el premio Alexis Tocqueville de Fondos Unidos, el Humanitarian Award Albert Schweitzer de la Universidad de Johns Hopkins y la Presidential Medal of Freedom otorgada por el presidente Bill Clinton.
Sor Isolina Ferré falleció el 3 de agosto de 2000. En la actualidad, los Centros operan cuarenta programas comunitarios y provee asistencia a más de 12,000 personas anualmente.
En el inspirador viaje de Sor Isolina Ferré, encontramos un faro de empoderamiento, educación y esperanza. Su historia de vida, llena de dedicación inquebrantable y compasión infinita, sirve como testimonio del potencial extraordinario que reside en cada uno de nosotros. Es un recordatorio de que poseemos el poder de ser arquitectas de nuestro propio destino, impulsoras del cambio en nuestras comunidades y constructoras de un futuro más brillante y equitativo.