Victoria Santa Cruz
De pronto, un sonido armonioso abrazaba las tardes impregnándolas de vigor, ritmo, y felicidad. La melodía se encargaba de recorrer cada rincón del hogar. Combinaciones de ritmos eran creados valiéndose de las manos, las cucharas, ollas y con todo cuanto sus habitantes encontraran al paso. Hacían música de la rutina, del ambiente, de la vida. La cultura fluía naturalmente. Este era el hogar donde crecía nuestra latina, Victoria Eugenia Santa Cruz Gamarra, junto a sus 9 hermanos.
Victoria nació un 27 de octubre de 1922 en Lima, Perú. Durante su infancia experimentó por primera vez “el dolor.” Su poema emblemático, Me gritaron negra, es el resultado de lo que le sucedió a los cinco años en el barrio donde vivía, en el que era la única negra entre niñas mestizas.
Un día se mudó una familia blanca. “Cuando salí a jugar la gringuita me mira y dice ‘si esa negrita juega, yo me voy’. ‘Bueno, digo yo, esta acaba de llegar y ya está poniendo reglas.’ ¿Cuál sería mi sorpresa? Cuando mis amigas me dicen ‘Vete, Victoria’. Una puñalada es una caricia comparado con aquello que me pasó. Yo no sabía que era negra. Cuando digo no sabía que era negra no estoy hablando del color, sino de lo que eso implicaba.”
A partir de esa experiencia, Victoria comienza una profunda exploración de sí misma. Los diálogos internos comenzaron a llenarla incitando su deseo de autodescubrimiento, preguntando “¿qué estoy haciendo? ¿Qué es ser negro? ¿Qué es ser blanco?”
Al fin
Al fin comprendí
Al fin
Ya no retrocedo
Al fin
Y avanzo seguro
Al fin
Avanzo y espero
Al fin
Y bendigo al cielo porque quiso Dios
que negro azabache fuera mi color
Y ya comprendí
Al fin
¡Ya tengo la llave!
NEGRO NEGRO NEGRO NEGRO
NEGRO NEGRO NEGRO NEGRO
NEGRO NEGRO NEGRO NEGRO
NEGRO NEGRO
¡Negra soy!
A una edad temprana, Victoria se introdujo en las bellas artes. Una de sus primeras influencias fueron sus padres, quienes le enseñaron sobre la danza afroperuana, la poesía y la música. Su pasión por la danza y la composición musical la hicieron buscar “despertar la conciencia y el orgullo negro.”
En 1961 fue becada por el gobierno francés, por lo que viajó a París para estudiar en la Universidad del Teatro de las Naciones y en la Escuela Superior de Estudios Coreográficos. Allí se destacó como creadora y diseñadora del vestuario de varias obras.
De vuelta en su país, fundó el grupo Teatro y Danzas Negras del Perú, con el que realizó presentaciones en teatros nacionales y televisión que jugaron un papel en la recuperación de herencias afroperuanas perdidas. Su carrera artística la llevó a nuevas alturas, pero el mayor éxito internacional fue quizás la representación del grupo en los Juegos Olímpicos de 1968 en la Ciudad de México, en las cuales recibió medalla y diploma por su labor.
Posteriormente, Victoria fue nombrada directora de la Escuela Nacional de Folklore y directora del Conjunto Nacional de Folclore del Instituto Nacional de Cultura de Perú. Gracias a su ardua labor continuó realizando importantes giras a través de diversos países como Estados Unidos, Canadá y Europa Occidental. Una vez finalizó su cargo de directora, fue invitada como profesora de teatro y folclore en la Universidad Carnegie Mellon en Pittsburgh, Estados Unidos.
Con el pasar del tiempo y junto a su hermano, Nicomedes Santa Cruz, Victoria lograría crear un renacimiento de la cultura afroperuana ganándose el nombre de “la madre de la danza y el teatro afroperuano.” Victoria se convirtió en la voz del arte negro peruano. Fue compositora, coreógrafa, diseñadora, activista e investigadora de las culturas de raíz africana. Pero de todos sus logros, el más importante sin duda ha sido despertar la conciencia de orgullo negro.
Victoria Santa Cruz residía en Lima cuando falleció a los 91 años, debido a su avanzada edad y el debilitamiento en su salud. Sin embargo, nos regaló la importancia de la lealtad, el respeto hacia nosotros y el orgullo de Ser Latinas.
Escucha su famoso poema,
"Dejarse vencer por la vida es peor que dejarse vencer por la muerte. Lo último es inevitable. Lo primero es voluntario. Y todo lo voluntario debe ser sano, fecundo, creador."